martes, 24 de febrero de 2015

Y te desgarra por dentro, y vas sintiendo como poco a poco tu seguridad se escapa por la ventana, tan rápido que no te da tiempo a retenerla contigo; es esa sensación la que te bloquea y durante unos instantes te paraliza,concentrando todos tus pensamientos y sensaciones en esa angustia que te invade todo el cuerpo; olvidas todos tus logros, olvidas todo lo que vales y tus capacidades, y te centras en lo malo, en sentir ese dolor torturador que ahora te recorre, ojalá supieses controlarlo,pero es imposible, y en el fondo sientes que necesitas sentirte así, darte ese escarmiento para no hacer más la idiota por ahí,para aprender a cuidar mejor de tí, para que nadie te haga más daño del que tú le permitas.

Tras horas, incluso días, torturándote gratuitamente te das cuenta de que, la vida se resume en dar y recibir, no siempre recibimos lo que damos, ni siquiera, en ocasiones, somos capaces de pedir que estén a la altura de lo que estamos compartiendo. El amor, la amistad... son grandes sentimientos que no se pueden medir y que nos dan las mayores satisfacciones y también nos hacen sufrir las mayores decepciones. Pero si algo he aprendido a lo largo de los años,y los golpes,es que si no das nunca vas a recibir, si no quieres con toda el alma nunca van a quererte de esa manera, y merece la pena entregarse,merece la pena darse a otra persona,compartir tu vida, no todo el mundo sabrá apreciar ese regalo que le estas dando,tu tiempo,un lugar en tu vida, a tí... pero merece la pena correr el riesgo
por todas esas personas que pasan y dejan huella en tu vida, para bien o para mal, pero que forman capítulos de esta, tu historia.